LA NO DIRECTIVIDAD
La no directividad es la actitud
de la terapeuta reducida al máximo. Confianza en la persona
para desarrollarse y crecer (tendencia actualizante,
autorrealización) y decidir el curso de la acción en la terapia de Carl
Rogers. La responsabilidad del proceso no radica en
el terapeuta sino en el cliente. (Sebastián, 2016).
La ayuda psicológica no-directiva está basada en el convencimiento de que el cliente tiene derecho a elegir sus propias metas en la vida. Si éste consigue a través de la experiencia de una relación de ayuda, un grado suficiente de captación intuitiva como para comprender el estado de su situación real, él mismo puede elegir el método que considere más adecuado para adaptarse a ella y ser capaz de enfrentarse con los problemas futuros.
Las técnicas más importantes empleadas son aquellas que ayudan al cliente a aceptar y comprender sus sentimientos, actitudes y modelos de respuesta y que lo animan a hablar sobre ellos. El terapeuta puede conseguir esto expresando con otras palabras y clarificando el contenido de lo expuesto por el cliente (reflejos).
- La confianza en el cliente y en su capacidad de solucionar problemas.
- El terapeuta no dirige, pero es fundamental su comprensión para ayudar al paciente a desarrollar sus problemas.
- La empatía para entrar en el mundo del cliente y comprender sus vivencias.
- El respeto por la forma de ser del cliente, sin convertirse en censor de sus pensamientos, ideas o actitudes.
- Por otra parte, el cliente es una persona activa y participativa en la resolución de sus problemas y es quien decide iniciar este proceso psicoterapéutico.
- Dentro de la relación terapéutica, cliente y psicoterapeuta tienen el mismo estatus de modo que el cliente es totalmente libre para dirigir su propio camino de desarrollo personal.
- El terapeuta favorece los cambios en el cliente, pero en ningún momento dirige las sesiones.
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